En una conferencia de prensa se presenta al público un cuchillo de cocina con un espíritu especial. El cuchillo le pertenecía a la última chef de la Dinastía Chosun de Corea que se cortó los brazos con el cuchillo para mostrar su lealtad al rey y al país. El funcionario japonés que estuvo en aquel momento se sintió profundamente con movido por su condena y regresó a Japón con el cuchillo. Después de varios siglos, su descendiente llega a Corea para devolver el cuchillo precioso a alguien que realmente merecía ser su dueño y se anuncia un concurso de cocina para encontrar al mejor cocinero. En la competencia participan los nietos de los dos aprendices del cocinero real quienes por varios años fueron rivales.